¡Salud, campeón, que en desigual batalla
por la patria luchaste cual dios-hombre!
Hoy solamente al pronunciar tu nombre
tu nombre dice lo que el labio calla
El patriótico ardor que en tu obra estalla
vibrando sin cesar al mundo asombre
en nuestra patria tu inmortal renombre
no encuentra diques, ni barreras halla
Yérguete audaz, espíritu gigante
del noble Ibarra la existencia errante
fue de tu vida encarnación y ejemplo
¡Salud, Rizal! Que no has luchado en vano...
¡Para ti en cada ser habrá un hermano
y en cada corazón un sacro templo!
1912
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